Aunque la propuesta de construir un tren bioceánico entre Brasil y Perú ha vuelto a posicionarse en la agenda regional, el Gobierno peruano ha tomado distancia respecto a su financiamiento, dejando abierta la posibilidad de evaluaciones futuras, pero sin comprometer recursos públicos por el momento.
La semana pasada, el ministro de Transportes y Comunicaciones, Eduardo Arana, fue claro al afirmar que el Ejecutivo no contempla asumir el costo de una obra de esta magnitud. “Un tren más o menos debe costar US$ 10.000 millones. La pregunta es si Brasil quiere hacerlo y si está dispuesto a invertir. En caso de ser una inversión privada, el MTC evaluará si corresponde autorizarla. En este momento, el Gobierno del Perú no tiene previsto invertir esa cantidad”, precisó.
Sin embargo, en una conferencia posterior al Consejo de Ministros, Arana adoptó un tono más conciliador. Señaló que “toda propuesta que ayude al desarrollo y la integración de América es bienvenida” y aclaró que el proyecto no ha sido descartado del todo. Reconoció además que una obra de este tipo podría dinamizar el comercio y mejorar la conectividad regional.
El titular del MTC también recordó que la idea de un corredor ferroviario que una el Atlántico con el Pacífico no es nueva. “Ya en el gobierno de Alan García se dictó una norma que declaraba de interés público una vía ferroviaria nacional. ¿Por qué no se concretó? Porque técnica y económicamente no era viable”, explicó. En ese sentido, enfatizó que no hay compromiso oficial, pero tampoco una negativa rotunda.
La iniciativa cobró nuevo impulso el 7 de julio, cuando la estatal brasileña Infra SA firmó un memorando de entendimiento con el Instituto de Planificación Ferroviaria de China. Este acuerdo contempla cinco años de estudios técnicos, económicos, sociales y ambientales para evaluar un tren de 4.500 km entre el puerto brasileño de Ilhéus y el megapuerto de Chancay, en Perú, con una inversión potencial estimada en US$ 100.000 millones.
Según el proyecto preliminar, la línea aprovecharía parte de la infraestructura ferroviaria existente en Brasil (FICO, FIOL y FNS) antes de atravesar la cordillera de los Andes e ingresar a territorio peruano por el estado de Acre. El objetivo sería reducir hasta en 12 días los tiempos de exportación hacia Asia, especialmente hacia China, el principal socio comercial de Brasil.
La ausencia del Perú en el anuncio del acuerdo generó ciertas reacciones. El canciller Elmer Schialer comentó con ironía sobre la foto entre los presidentes Lula da Silva y Xi Jinping, señalando que no era necesario que invitaran al Perú. Agregó que el principal beneficiado sería Brasil, con un comercio hacia Asia que bordea los US$ 45.000 millones, mientras que los beneficios concretos para Perú aún no están del todo claros.
Pese a la postura cauta del Ejecutivo, autoridades regionales como el gobernador de Ucayali, Manuel Gambini, han mostrado entusiasmo. Apoyó la opción de un trazado que pase por Pucallpa por ser más corto y tener ventajas logísticas. Además, aseguró que el MTC iniciará estudios de prefactibilidad en agosto. Por su parte, el economista Carlos Aquino resaltó que China tiene amplia experiencia en infraestructura ferroviaria en zonas complejas, además de ofrecer financiamiento accesible y tecnología avanzada, lo que la convierte en un socio estratégico frente a otras potencias como Japón o Alemania.