10 julio, 2025

El ferrocarril bioceánico

El ferrocarril bioceánico

La reciente confirmación de que China participará en los estudios de factibilidad de un ferrocarril que conecte la costa atlántica de Brasil con el megapuerto de Chancay representa un hito de proporciones regionales. El proyecto, ampliamente discutido en foros internacionales, ahora toma forma concreta con el memorando de entendimiento suscrito entre Brasil y China, al que el Perú debe sumarse activamente.

“El ferrocarril interoceánico representa más que un megaproyecto de infraestructura: es una pieza clave en el reposicionamiento del Perú en el tablero geoeconómico del siglo XXI”.

Se trata de un proyecto de infraestructura de alcance bioceánico que podría transformar la dinámica logística de América del Sur. Si se concreta, permitirá el tránsito eficiente de mercancías brasileñas –soya, carne, minerales y más– hacia Asia, reduciendo en semanas el tiempo de exportación y evitando el paso por el canal de Panamá o el estrecho de Magallanes, dos de las rutas para el traslado marítimo de productos.

Para el Perú, la relevancia de este proyecto no puede subestimarse. No solo porque el punto de llegada será el puerto de Chancay, hoy en pleno desarrollo con capitales chinos, sino también porque colocaría a nuestro país como puerta de entrada del comercio asiático hacia el Cono Sur. Es una oportunidad geoestratégica para consolidar nuestra posición como eje logístico y comercial del Pacífico sudamericano.

Por eso, el anuncio debe ser visto con atención y liderazgo desde el más alto nivel político. La conexión férrea propuesta se inicia en el puerto brasileño de Ilhéus y atraviesa diversos estados hasta alcanzar la Amazonía, para luego buscar empalme hacia el Perú. Las autoridades peruanas deben trabajar con decisión con el fin de garantizar que el trazado final incluya territorio nacional, con estaciones y polos logísticos que impulsen el desarrollo de nuestras regiones amazónicas y andinas.

Pero esta oportunidad también impone deberes. Uno de ellos es velar por que el proyecto se desarrolle respetando altos estándares sociales y ambientales. Las lecciones del pasado –tanto en el Perú como en la región– nos recuerdan que ninguna gran obra puede ir desligada del respeto por las comunidades y por la sostenibilidad ecológica.

Asimismo, el país debe cuidar que esta iniciativa, aun cuando esté impulsada por socios estratégicos como China y Brasil, responda a nuestros intereses nacionales. El ferrocarril bioceánico no debe ser solo un canal de salida de productos brasileños, sino también una vía para potenciar las exportaciones nacionales hacia los principales mercados globales, dinamizar el turismo y articular nuestro mercado interno, trayendo beneficios a toda la población.

El ferrocarril interoceánico representa más que un megaproyecto de infraestructura: es una pieza clave en el reposicionamiento del Perú en el tablero geoeconómico del siglo XXI.

Si actuamos con visión, transparencia y concertación, este corredor puede convertirse en una palanca de desarrollo e integración regional. Que no nos sorprenda el futuro: empecemos a construirlo desde ahora.

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